El nuevo edificio debe convertirse en un nuevo núcleo de centralidad y podrá ofrecer sus servicios tanto en invierno como en verano. Aprovecha su excepcional emplazamiento entre la carretera del Coll de la Botella y el espacio esquiable, con una privilegiada orientación y vistas impresionantes. La nueva construcción mejora la oferta de servicios de restauración de calidad de la estación y sustituye a algunos de los edificios que ahora están dispersos en diferentes puntos cercanos, y de los que se prevé su derribo o desplazamiento. También fomenta el uso de esta zona de la estación, equilibra la oferta de servicios y prevé el futuro crecimiento en el punto estratégico de lazo de la estación de Pal y Arinsal.
El objetivo del proyecto es la creación de un espacio singular, un edificio integrado en el paisaje y en los entornos, que recuerde las formas y materiales de la construcción tradicional de montaña y que haga vivir una sensación de calidad y acogida a los clientes, y que esté de acuerdo con la calidad gastronómica que se desea ofrecer. Se trata de un restaurante panorámico pensado para una utilización versátil tanto en invierno como en verano, y que también se pueda utilizar para realizar presentaciones, celebraciones, eventos,… Se quiere hacer un uso racional del espacio, priorizando su funcionalidad, su buen uso, pensando en las circulaciones tanto de los clientes como del servicio.
Se quieren conseguir estos objetivos ligando tradición y modernidad, intentando traducir la forma en que pensaban nuestros antepasados, con la sabiduría de situarse en el lugar, adaptarse a la topografía, utilizar materiales locales,…. No hemos perdido de vista la fuente de inspiración, que ha sido la arquitectura tradicional de Andorra (los bancales de piedra, la madera, la losa de pizarra, la relación con el lugar,…) pero tratamos de evolucionarla y ligarla lo con lo que nos puede ofrecer la construcción actual (abrirnos al paisaje, grandes luces, eficiencia energética, sostenibilidad,…)
El proyecto prioriza las terrazas; éstas se piensan como un zócalo de plataformas de madera apoyadas sobre muros de piedra seca que se asimilan a los bancales que encontramos por el paisaje andorrano. El edificio acompaña a la terraza, la abraza y la protege y se abre hacia las vistas. La cubierta de pizarra flota sobre las terrazas como elemento escultórico del paisaje, podemos ver los pliegues de la cubierta como los de las bordas tradicionales pero también como la topografía de las montañas, buscando la integración en el entorno.